La importancia en la inteligencia emocional y su impacto en la educación

Decía S. Alberione: “La educación debe ser integral: es decir, debe abarcar la mente, la voluntad y el corazón del joven”. Educar significa extraer, sacar de adentro y sugiere crecimiento y desarrollo. Dentro del individuo existe algo por salir, crecer o desarrollarse. Educar es una cuestión rica en matices y profunda en contenido. La educación propone un esfuerzo desde el educando y el educador. Presupone en el educando una capacidad, una disposición y un deseo para la educación. El educador tiene que empezar la educación aceptando que el educando es algo y algo muy importante. 

La educación tiene relación con el vivir y el convivir. En el convivir entra el juego el derecho y el deber. Educación sin valores, sin compromiso y sin comprensión no es educación. Todo aprendizaje debe subordinarse a la educación, un aprendizaje con la convivencia y entendiendo los aspectos emocionales del educando. Sería desarrollar la variedad del potencial que existe en el educando. Hay que aprender a manejar las emociones y los sentimientos, unas veces, por la confusa impresión de que los sentimientos son algo oscuros y misteriosos, poco racional, y casi ajeno a nuestro control, porque se confunden emociones, sentimientos, sentimentalismo y sensiblería, la educación afectiva es una tarea difícil, requiere mucho discernimiento y mucha constancia.

La inteligencia de una persona está formada por un conjunto de variables como la atención, la capacidad de observación, la memoria, el aprendizaje, las habilidades sociales, que le permiten enfrentarse al mundo diariamente. El rendimiento que obtenemos de nuestras actividades diarias depende en gran medida de la atención que les prestemos, así como de la capacidad de concentración que manifestemos en cada momento. Pero hay que tener en cuenta que, para tener un rendimiento adecuado intervienen muchas otras funciones como, por ejemplo, un estado emocional estable, una buena salud psico-física o un nivel de activación normal.

La inteligencia es la capacidad de asimilar, guardar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas, cosa que también son capaces de hacer los animales e incluso los ordenadores. El ser humano va más allá, desarrollando una capacidad de iniciar, dirigir y controlar nuestras operaciones mentales y todas las actividades que manejan información. Aprendemos, reconocemos, relacionamos, mantenemos el equilibrio y muchas cosas más sin saber cómo lo hacemos. Pero tenemos además la capacidad de integrar estas actividades mentales y de hacerlas voluntarias, en definitiva de controlarlas, como ocurre con nuestra atención o con el aprendizaje, que deja de ser automático como en los animales para focalizarlo hacia determinados objetivos deseados.

Una de las definiciones que mejor se adaptan a nuestra forma de entender el término, es la que nos dice que inteligencia, es "la aptitud que nos permite recoger información de nuestro interior y del mundo que nos circunda, con el objetivo de emitir la respuesta más adecuada a las demandas que el vivir cotidiano nos plantea", según acuerdo generalizado entre los estudiosos del tema depende de la dotación genética y de las vivencias que experimentamos a lo largo de la vida.

La inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.

Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas también tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida. La mente emocional es infantil, en cuanto a que es categórica, todo es blanco o negro, para ella no existen los grises, todo lo enfoca personalizándolo en una misma. No permite la percepción de todo aquello que socava las propias creencias o sentimientos y se centra exclusivamente, en lo que los confirma.

La mente impone el pasado sobre el presente, lo cual quiere decir que si una situación posee alguna característica o rasgo que se asemeje de alguna forma a un suceso del pasado cargado emocionalmente (ésto es, que suscito en nosotras gran emoción), la mente emocional ante cualquier detalle que considere semejante, activa en el presente los sentimientos que acompañaron al suceso en el pasado, con la añadida de que las reacciones emocionales son tan difusas, que no nos apercibimos del hecho de que estamos reaccionando, de una determinada forma, ante una situación que probablemente no comparta más que algunos rasgos, con aquella que desencadenó esa misma reacción en el pasado.

Cada emoción tiene su propio repertorio de pensamientos, sensaciones y recuerdos asociados, que el cerebro percibe y emite automáticamente sin control racional. La mente emocional también posee el rasgo de la memoria selectiva lo cual implica, que ante una situación emocional determinada, reorganiza los recuerdos y las posibles alternativas de forma que sobresalgan los que considera relevantes. Es cálida, imprecisa y está orientada básicamente a las relaciones con nosotros mismos y con los demás.

He llegado a comprobar lo importante que es la inteligencia emocional en la educación en la vida. La educación es la base de buena formación del individuo. Debe busca lograr la autoestima y autoconcepto positivo. Antes definiré estos dos conceptos. Según Cooperssmith la autoestima es la abstracción que la persona hace desarrollar acerca de sus atributos, capacidades, objetos y actividades que posee o persigue; esta abstracción es presentada por el símbolo mi, que consiste en la idea que la persona posee de sí misma. El autoconcepto según Tamayo la concibe como un proceso psicológico cuyos contenidos y dinamismos son determinados socialmente y que le permiten comprender el conjunto de percepciones, sentimientos, autoatribuciones y juicios de valor referentes a uno mismo. Buscar éstos en las personas es fundamental. Ese es el rol de la educación, lograr dominar nuestras emociones.

Cuando logramos expresar en palabras lo que sentimos e identificar nuestros defectos y valores dominantes, actitud crítica hacia el origen de la preocupación: pensar, leer y hablar sobre los sentimientos, reflexionar sobre las causas, cuestionar su validez y considerar alternativas positivas damos un gran paso hacia el gobierno de nuestros sentimientos.  No sólo hay males que denunciar, también hay buenos ejemplos para seguir. Centrarse en lo constructivo. Esforzarse en ver lo positivo de cualquier situación. Una vez que tienes el valor de mirar al mal cara a cara, de verlo por lo que realmente es y de darle su verdadero nombre, carece de poder sobre ti y puedes destruirlo.

La inteligencia emocional es importante en la vida de las personas, ser equilibrado en una reacción emocional, saber controlar las emociones y los sentimientos, conocerse y auto-motivarse. Eso da a la persona la capacidad de ser mejor persona, con mejores relaciones, lo que hará en su vida personal y profesional.

El fin el lograr una personalidad madura, que es el conjunto existencial y dinámico de rasgos físicos, temperamentales, afectivos y que nos hacen ser únicos y originales. En la inteligencia emocional ya no depende del corazón depende de las capacidades intelectuales superiores del hombre.

La inteligencia emocional está relacionada con la educación. El resultado del impacto positivo o negativo en la educación dependerá de la forma en que el ser humano pueda dominar sus emociones. Si la inteligencia emocional es positiva el impacto en la educación es positiva, pero si por el contrario la inteligencia emocional es negativa, el impacto en la educación será negativa. Dependiendo de la semilla que siembres será el fruto que obtienes. Si siembras semillas positivas obtienes fruto positivo, pero si siembras semillas negativas tu fruto será negativo. Desarrollar la inteligencia emocional nos hará mejores personas y nos ayudará a que los demás lo sean.

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